viernes, 2 de noviembre de 2012

EL ANTES Y EL DESPUES DE UN JUEVES NEGRO

El jueves 25 de octubre del 2012 será una fecha difícil de olvidar para muchas personas, más aún para los peruanos. Con tristeza, vergüenza e indignación fuimos testigos de la barbarie que se puede desatar cuando las personas son presas de la ambición, del caos, de la carencia de principios y valores, del poco respeto hacia la vida de los demás, incluyendo la de los animales, del atropello a la propiedad privada y de la falta grave hacia todo tipo de autoridad.

El día anterior yo estuve en Gamarra haciendo compras y buscando algunos accesorios para un disfraz de Cleopatra que estaba preparando. Entré y salí de muchas galerías y como el tiempo no me alcanzó, dejé algunas cosas por comprar para el día siguiente. Todo se veía con normalidad, salvo el incremento de personas en el emporio comercial en busca de ropa o disfraces para las celebraciones del Día de la Canción Criolla y Halloween.

El día jueves salí con destino al mercado central y en el camino por la Av. Aviación cruce con Av. Canadá vi cerca de 40 ó 50 caballos con policía montada agrupados debajo del tren eléctrico. Me gustó verlos tan uniformemente formados y quise tomarles una foto pero el bus pasó muy rápido; pero al llegar al cruce de Aviación con Méjico ví algo de 30 ó 40 caballos más con la policía montada y al otro extremo cerca de 50 personas que se agrupaban algo inquietos y desafiantes.

En ese momento pensé que se trataba de un grupo de la "barra brava" de algún equipo de fútbol y pensé que mala suerte la mía de ir al centro de Lima justo en el día de un clásico "U - Alianza". Adoro los caballos, así que a mucho riesgo por la inseguridad de la zona, saqué mi celular y les logré tomar una foto desde el bus, sin presagiar lo que iba a suceder más adelante. El bus se demoró tanto en cruzar la zona de Gamarra que por un instante dudé en seguir mi camino al mercado central o bajar en Gamarra y quizá adelantar mis compras de lo que me faltaba, pero por cosas del destino seguí camino hacia el centro de Lima.

Luego de hacer mis compras en el mercado central subí a un bus que me llevara a Gamarra, como no conozco ni las rutas ni las líneas que pasan por allí, le pregunté tantas veces al cobrador y chofer si ese bus iba a Gamarra que por un momento los pasajeros en coro me dijeron, por no decir que me gritaron,   "Sí señora, este bus la lleva a Gamarra"... así que decidí ya no preguntar más. Iba en el bus como cuy asustado hasta que al fin reconocí la calle donde tenía que bajarme. Armada de valor bajé y fue en ese momento en que me puse lacia sin necesidad de ningún tratamiento de laceado japonés, brasilero o con chocolate.

Cuando entré al emporio comercial de Gamarra veía todas las puertas, metálicas y rejas de tiendas y galerías totalmente cerradas, la gente inquieta y alborotada, camionetas de la policía con personas dentro, policías a pie y vigilantes particulares con silbatos, era evidente que algo estaba pasando y sentí agujitas en la nuca, el alma asustada y la piel totalmente erizada. Pensé que quizá había ocurrido un asalto o que hubo desmanes de la "barra brava" que había visto más antes cuando pasé por allí camino al centro de Lima. 

Silbatos, sirenas, barullo, personas presurosas. Me asusté mucho y me fui a la Estación Gamarra del Metro para poder regresar lo más rápido a mi casa, pero la Estación estaba cerrada!!! Casi muero de un infarto cuando vi a las personas que estaban amotinadas y hablaban sobre el desalojo de La Parada. De pronto veía una torre de humo negro, era el camión que estaban incendiando para evitar la colocación de los bloques de cemento en La Parada. Por un momento me quedé en el limbo y pensé en mis hijos, en todas las cosas que tenía pendiente y le pedí a Dios que me saque de ese infierno.

Jamás imaginé que algo así estuviera ocurriendo y ni siquiera había un lugar seguro para sacar el celular y pedir auxilio a alguien de mi Tribu. Traté de conservar la calma y otra vez como cuy asustado me encogí sujetando bien mis compras y empecé a caminar hacia donde las personas bajaban presurosas. El tráfico estaba desviado, pero felizmente pasó un bus que iba hacia mi casa y no dudé ni un segundo en subir. Algunas personas comentaban el saqueo y de cómo resultaron encerrados en galerías o tiendas, esas personas venían de cuadras más abajo de donde estuve, es decir mientras que yo trataba de llegar a la estación del tren, cuadras más abajo había saqueo!!! 

Mi cuerpo seguía temblando y estaba en shock, la piel se me puso helada, sentía una angustia muy grande y una presión sobre mi pecho, me sentía tan frágil y vulnerable en ese momento. Por cosas del destino y por la gracia divina de Dios, todo pasó tan rápido y logré reaccionar a tiempo para salir lo más pronto de allí y en medio de la carrera logré tomar una foto desde el parque Cánepa, el humo negro era impresionante. Cuando llegué a casa y ví los noticieros no podía creer que yo había estado allí, tan cerca del caos, del enfrentamiento y de la barbarie que se vivió aquel jueves negro.

Soy una de tantas personas que han llorado con las imágenes que veíamos, no era una película, era parte de la vida real, ver la barbarie que cometieron contra los policías, reporteros y más aún contra los pobres animalitos indefensos, como esa pobre yegua que tuvo que ser sacrificada porque le rompieron una pata en el ataque. Todas esas imágenes han quedado grabadas en nuestro disco duro de la memoria y en el corazón de cada peruano; es triste, lamentable, vergonzoso y deplorable que entre peruanos se hagan tanto daño. Que miedo saber hasta dónde es capaz de llegar el ser humano sin escrúpulos.

Luego de lo sucedido no puedo dejar de pensar en lo que podría haberme pasado si el saqueo se hubiera extendido hacia las cuadras de Gamarra por donde estuve, los desalmados no respetaban a nadie, ni siquiera a la autoridad. Por costumbre no suelo llevar mi DNI conmigo y es algo que de ahora en adelante llevaré siempre, porque si pasara algo tenemos que tener un documento que nos identifique. Dios quiera que nunca nadie más tenga que pasar por algo así, sólo nos queda encomendarnos a Dios cuando uno sale de casa y pedirle que nos regrese con bien... todos tenemos una Tribu que nos espera en casa... :)

No hay comentarios:

Publicar un comentario