lunes, 19 de noviembre de 2012

ANALIZANDO LA CULTURA ETILICA


Cuando se asiste a diversos eventos o reuniones sociales es inevitable que la gran mayoría de personas, porque existen excepciones, realicen no sólo un brindis sino varios, y que con el tiempo se adquiera cierto nivel de "cultura etílica", aquella que nos da los parámetros de qué, cuándo, cómo, dónde y cuánto es lo que se debe o no se debe tomar. El consumo de alcohol está asociado a las palabras "alegría y diversión", y erróneamente se considera que a mayor cantidad de alcohol, mayor será el momento de alegría y por ende el detonante de full diversión. El consumo de licor se ha incrementado por moda, costumbre o por copiar e imitar patrones que analizándolos no conducen a nada ni son necesarios para poder pasar un momento alegre y divertido. No hay que negar que es agradable tomar algún coctel o licor en una reunión social, pero como todo en la vida, siempre debe ser con moderación. 

Desde hace muchos años los jóvenes varones han iniciado su cultura etílica con los amigos de la secundaria, en grupos pequeños y a escondidas de sus padres. En el caso de las jovencitas no era bien visto que tomaran algún tipo de licor, tan sólo en ciertas reuniones familiares podían tomar el clásico coctel de algarrobina, de fresa o de durazno, con muy poco, por no decir casi nada, de contenido de alcohol. No hay que dejar de mencionar que de la mano del consumo de alcohol va el consabido consumo de cigarro, aquel que tanto daño hace, pero de ese tipo de veneno me encargaré en otro momento. 

Los chicos grandes de mi generación iniciaron su cultura etílica en el último año de la secundaria, con los quinceañeros y las despedidas de promoción, era el pretexto perfecto para incluir un brindis en cada evento. No era el hecho de tomar por deseo irrefrenable sino porque al hacerlo se sentía la sensación de ser mayor de edad. Recuerdo que en los años 80 apareció "La Cárcel", una especie de licorería y bar al paso ubicado en Paseo de la República en Miraflores, al que llegaban los chicos en auto a comprar cocteles preparados en envases descartables. ¿Qué licor usaban?, vaya usted a saber!!!

La primera vez que tomé licor en serio, es decir sin medir las consecuencias, fue en mi despedida de soltera que me hicieron mis amigas de colegio, exactamente una semana antes de mi matrimonio religioso, cinco días antes ya me había casado por civil. Tenía 26 años y por lo visto, mi cultura etílica no era suficiente ya que por mi poca experiencia y de tanto brindar me quedé privada y me desconecté del mundo por el lapso de una hora. Mi disco duro de la memoria no registró lo que pasó durante ese tiempo, pero luego supe que varias de mis amigas también fueron cayendo y resultaron pidiendo chepa!!!

Ultimamente se ha tomado la costumbre de que al participar en una reunión los asistentes deben llevar una botella de licor por persona o por pareja. El tiempo y la experiencia nos ha hecho ver de que ese tipo de costumbre es garrafal, ya que el consumo de una botella de licor entre dos personas las deja indudablemente en estado de ebriedad, quizá una más que la otra, pero ebriedad al fin y al cabo. Claro está que llegar a ese tipo de estado dependerá del control y límite que ponga la persona o la pareja, pero si esto ocurre en personas mayores de edad y adultas, ahora imaginemos lo que puede ocurrir con los menores de edad. Hay muchos padres que en casa invitan a probar algo de licor a sus hijos, ya sea un poco de vino o cerveza, no para inducirlos a que lo hagan siempre, sino para que ellos sepan lo que es, aprendan lo que se siente y no tengan curiosidad de averiguarlo en la calle con extraños, sin saber ni medir sus consecuencias. 

Hace unas semanas fui testigo de algo que me dejó muy preocupada. Mientras esperaba a que mi hijo y su enamorada, ambos adolescentes, salgan de la casa donde tuvieron una fiesta de cumpleaños, vi que llegó un grupo de 10 adolescentes cada uno con una botella de licor y otra de bebida gaseosa. Eran casi las 2 de la mañana y estos jovencitos llegaban con su licor, trataron de esconder las botellas entre sus ropas pero por supuesto que no los dejaron ingresar, ya sea por la hora y porque tal parece no eran ni siquiera conocidos de la cumpleañera. Sacaron más botellas que habían escondido entre los arbustos del jardín y se marcharon. 

Cuando ya nos retirábamos del lugar, pude ver que el grupo de adolescentes se había ido con todo y botellas a un parque cercano. La fiesta era en Rinconada del Lago en La Molina, la zona para nada transitada ni por peatones ni vehículos estaba cerca a cerros y algunos terrenos baldíos. Como madre me quedé preocupada y muy angustiada pensando en el enorme peligro que representaba el que cerca de 10 adolescentes estuvieran tomando licor a esa hora de la madrugada. Me preguntaba si acaso no tenían padres que los estuvieran esperando en casa o se preocuparan por saber de ellos. ¿Se imaginan en qué estado de ebriedad habrán quedado luego de tantas botellas de licor que llevaban?

Se viven tiempos acelerados y los adolescentes están viviendo muy de prisa. Basta con estar en algún transporte público que coincida con la hora de salida de algún colegio, para escuchar las cosas tremendas que hablan los escolares tanto varones como mujeres. Cuentan de sus salidas de fin de semana y de las "bombas", por no decir "borracheras" que tuvieron como si fueran "trofeos" o logros en sus aún tan cortos años. Me pregunto cómo llegarán esos hígados y estómagos a mi edad, no piensan en el futuro de su salud y desde el viernes ya salen para arrasar con todo. 

Es lamentable que hasta los adultos a veces pierdan el control y no pongan límites al momento de tomar licor, lo más grave aún es que algunos de ellos hasta se atreven a conducir su vehículo en completo estado de ebriedad. Cuantos accidentes fatales a causa del alcohol, cuantos casos de agresión, abuso sexual, asalto y hasta asesinato como consecuencia de un estado de irracionalidad al que llega una persona cuando bebe demasiado licor. No me refiero a los casos de alcoholismo, que no dejan de ser tristes y lamentables, sino a los casos de ebriedad a los que se puede llegar si no se tiene consciencia y responsabilidad.

El consumo de alcohol ya es una problemática en nuestra sociedad, hay una ley que prohibe la venta de bebidas alcohólicas a menores de edad, pero lamentablemente no se cumple. A esto hay que sumar la falta de comunicación entre padres e hijos, en este caso me refiero a los menores de edad, a la escasa confianza para compartir con sus padres sus dudas, inquietudes y curiosidades. Mientras tanto no faltará aquel adolescente que en busca de satisfacer su curiosidad con el alcohol, no deje de arrastrar en su camino a otros adolescentes más. Tampoco falta algún adulto que con malas intenciones les facilite las oportunidades para consumir licor, casos vistos infinidad de veces en los noticieros.

No existe una adecuada campaña que enseñe una "cultura etílica" con los parámetros de qué, cuándo, cómo, dónde y cuánto es lo que se debe o no se debe tomar. Hace falta campañas intensivas para padres e hijos y que las leyes sean más severas para aquellos que venden bebidas alcohólicas a menores de edad. Ojalá los medios de comunicación utilizaran sus tribunas en difundir campañas sobre el consumo de licor, en lugar de dedicarlas a ventilar la vida privada y los escándalos de la farándula. Los que somos padres sigamos siendo los mejores amigos para nuestros hijos y mantengámonos siempre alertas con sus inquietudes, dudas y curiosidades, de nosotros depende el que con el tiempo crezcan sanamente y lleguen a ser adultos con una buena cultura etílica.... :D

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