lunes, 11 de febrero de 2013

CON LOS HONORES DE UNA MAMA CADETE

Tener a un hijo de 14 años internado en el colegio militar no es nada fácil para una mamá, más aún si no está familiarizada con la formación castrense como prioridad en la currícula escolar. Cuando mi hijo ingresó al Colegio Militar Leoncio Prado (CMLP), sus instalaciones en La Punta, Callao, fueron demolidas para construir un colegio moderno y seguro, pero no se les ocurrió mejor idea que mudarse provisionalmente al Cuartel Hoyos Rubio ubicado en el distrito del Rimac, distrito que sólo conocía por fotos, reportajes y videos, pero cuando una madre ama infinitamente a su hijo es capaz de ir hasta el fin del mundo con tal de verlo feliz. 

Convertida en "mamá cadete", los días viernes eran los de mi "servicio militar obligatorio", ya que que los cadetes tenían salida de fin de semana hasta el domingo por la noche en que volvían a internarse. Con la emoción brotando por cada poro, una sonrisa en el rostro y la felicidad en el corazón por ir a recoger a mi hijo, salía con tiempo desde mi laburo en el distrito de Miraflores hacia el cuartel en el Rimac. Eran casi dos horas interminables de viaje en bus pues me daba miedo tomar taxi sola hasta esa zona, toda una aventura para alguien que no estaba acostumbrada a movilizarse sola hasta lugares tan lejanos. 

Al ser un cuartel del ejército, donde se había instalado provisionalmente el colegio, no estaba permitido el ingreso de los padres de familia de los cadetes, salvo si lo hacían por alguna gestión en particular en el área administrativa o para efectuar algún pago. Cuando llegué al cuartel, para estar más tranquila y segura decidí entrar para esperar en el sub cuartel del Estado Mayor,  ya que los cadetes no tenían una hora fija de salida y esperar en la calle era inseguro y peligroso. 
Apenas puse un pie dentro del cuartel noté movimiento de tropa (soldados del ejército) que se iban colocando en filas paralelas hacia la guardia de prevención (garita de control). Con la sensación de que me harían "callejón oscuro" seguí caminando cuando de pronto los más de 100 soldados empezaron a aplaudir y a silbar!!!... No es difícil imaginar la cara de sorprendida que puse y con las mejillas sonrojadas seguí avanzando cuando en eso, arrancó una marcha con la banda que estaba camuflada más allá y con el primer "boom" del bombo y "tururu" de la trompeta me hicieron saltar en el aire tal cual gatita asustada!!!!

La ovación era cada vez más fuerte y yo no entendía lo que pasaba, por un instante me sentí como diva de Hollywood caminando por la alfombra roja para ir a recibir su Premio Oscar bajo una lluvia de increíble popularidad. Caminé por el centro hacia la guardia para identificarme y dejar mi DNI, sorda con la bulla de aplausos, silbidos, arengas y música de la banda... y por supuesto que roja como un tomate. El personal del ejército es muy estricto  pero también suelen celebrar todo tipo de aniversarios y fechas conmemorativas, así que hasta imaginé que a lo mejor me había tocado ser la "mamá No. 1,000" que pisaba el cuartel y que por eso era tanta algarabía... :D
Cuando llegaba a la guardia sentí como vibraba el piso con tanta adrenalina junta de la tropa, en ese momento si que me asusté y me sentí del tamaño de la cabeza de un alfiler entre tanta tachuela y clavo. Grande fue mi sorpresa cuando ví que detrás mío entraba un grupo de efectivas (mujeres soldados) que venían de un torneo deportivo con una tremenda copa que llevaban en alto.... en ese momento comprendí que tanta ovación y algarabía era para ellas. Felizmente que no se me ocurrió levantar mi manito saludando al mismo estilo de las candidatas a concurso de belleza, hubiera sido tremendo papelón!!!

Una vez que ya estuve dentro del sub cuartel y mientras espera la salida de los cadetes recordaba lo sucedido, fue agradable pensar que aquel "gran recibimiento" se lo daban a una "mamá cadete" que de su laburo salía directo y sin almorzar, cruzando la ciudad de Miraflores al Rimac con la emoción de ver salir a su hijo cadete luego de 5 días de no verlo. Lástima que no tuve mi cámara a mano, el celular que usaba en aquel entonces no tenía cámara y no pude guardar gráficamente aquel momento, pero quedará por siempre en mi memoria... Fue tan divertido sentirse ovacionada por la tropa, que bien valió la pena el susto que me dieron!!!... :D

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