jueves, 14 de febrero de 2013

CHOTEADA POR LOS CURAS

A raíz de la renuncia del Papa al Vaticano y la aparición de anuncios sensacionalistas sobre profecías de los rayos que caen sobre el Vaticano, que si ya no hay papa, que si se acabó el balón de gas, que si el gato se va de shopping y el perro de juerga, y con un nuevo vaticinio de que otra vez nuestro globo terráqueo está a punto de desinflarse,  confesé de que desde hace algunos años tengo motivos personales para que yo haya perdido toda confianza en los curas.

Desde pequeña siempre ví a los curas como algo solemne, como si fueran parte de Dios sobre la tierra, recuerdo que cuando hice mi Primera Comunión el cura que me dio la hostia era un viejito casi angelical, en el altar le pedí a Dios que cuando me case lo pudiera hacer en la misma iglesia y que ojalá me tocara un curita tan angelical como el de esa vez. Los años pasaron y gracias a los documentos de traslados pude casarme en la misma iglesia, pero me tocó un cura que durante la ceremonia estuvo más preocupado por la cantidad de mis invitados y la recepción, que por la ceremonia en si. 

Con el ingreso de mis hijos a un colegio parroquial, se incrementó mi participación en las actividades de pastoral y muchas veces mi Tribu y yo fuimos la familia oferente que ingresaba detrás del cura al empezar la misa de la comunidad, siempre apoyando las labores de la parroquia. Pero un día en que como todos los domingos llegué a confesarme, una vez que entré al confesionario el padre me miró y me dijo: "Hija ya mejor ni vengas, no es necesario que te confieses". Totalmente sorprendida le pregunté cómo me iba a comulgar sin haberme confesado antes, y él me contestó: "tan sólo reza un Padre Nuestro y dos Ave María". 

La verdad que salí desconcertada, marginada, desterrada!!! :D  Siempre converso con Dios en cualquier lugar donde me encuentre, y ese día al toque le conté lo sucedido y le dije que no era mi culpa, recé la penitencia al paso y comulgué, pero les confieso que no me sentí nada bien. Una tremenda confusión se apoderó de mi,  me sentí decepcionada, fue cuando empezó mi desconfianza.

Al cabo de unos años, me volvieron a decepcionar gravemente. El ingreso de mi hijo menor al colegio militar me afectó muchísimo, jamás pensé en escuchar tantas historias sobre maltratos y vejación a los cadetes y el tan sólo hecho de pensar que mi hijo, a quien cuidé con tanto esmero desde que nació, pudiera pasar episodios tan drásticos y terribles  me hizo perder la cordura emocional. Si a eso se le añade que tenía que estar internado y al principio tener que dejarlo de ver casi 4 meses, no se lo deseo a ninguna madre, es verdaderamente terrible. 

Emocionalmente no estaba bien, sentía mucha tristeza, angustia, pena de no tener a mi hijo en casa, cada ida al cuartel para dejarle ropa limpia era un martirio y viví una etapa muy difícil en mi vida. Un día escuché el drama de unos padres de familia que acababan de retirar a su hijo y demandar al colegio porque varios cadetes de año superior habían miccionado en un recipiente y le obligaron a tomárselo a su hijo. El saberlo me aterró e indigno muchísimo, yo ya había visto en la espalda de mi hijo las cicatrices que le dejó la rotura de un palo de escoba en su espalda, también por un cadete de año superior: para una madre es demasiado!!!...

Un día me sentí tan mal, sola y emocionalmente destrozada que fui a refugiarme a una iglesia conocida, ahogada en llanto me dí con la sorpresa que el templo estaba cerrado. Fuí en busca de ayuda espiritual y busqué hablar con un cura, me dijeron que no era hora de atención y que vaya a la casa de los padres, quizá allí me podrían ayudar. Cuando llegué las señoritas que atendían en el despacho se preocuparon al verme, pedí hablar con un cura, me dijeron que estaban en refrigerio y cuando les volví a insistir una de ellas entró y volvió a salir para decirme que el cura decía que regrese más tarde porque estaba en su hora de descanso.... 

Dios es grande y no me abandonó, cuando prácticamente me cerraron las puertas de la iglesia, me fui al parque que está detrás y lloraba pidiendo al cielo una respuesta, en ese momento se acercó una señora que me había estado observando desde el velatorio, ella me escuchó y con la dulzura de un ángel me habló, me comprendió y me brindó aquella ayuda espiritual y emocional que estaba buscando al llegar a la iglesia. Cuando me sentí me sentí más aliviada con el peso tan grande que llevaba en el corazón, la señora se despidió y cuando volteé para verla había desaparecido. No puedo evitar que se me escape una lágrima al recordar este triste episodio de mi vida, pero es real, felizmente mi problema no era tan grave como aquellos que perturban tanto y que pueden llevar a las personas a tomar la peor decisión de sus vidas. 

Choteada por los curas ahora me pregunto: qué hubiera pasado si yo hubiera sido una persona con un problema mayor y hubiera estado al punto de un suicidio?. Se supone que los curas son los representantes de la iglesia, los intermediarios de Dios, los mensajeros de su palabra. ¿Qué clase de curas son aquellos que no te dan importancia y te absuelven de la confesión sin siquiera escucharte?. ¿Cómo puedes volver a confiar en un cura si cuando fuiste en busca de ayuda te cerraron la puerta porque era la hora de su siesta?... Yo creo y confío en Dios, a quien agradezco cada día la bendición de tener vida y salud, converso con él en cualquier momento y lugar donde me encuentre, pero lamentablemente hace muchos años que no puedo volver a confiar en sus supuestos intermediarios que estoy segura, si se hubiera tratado de concretar el cobro de una misa, inmediatamente me hubieran atendido.... Curas vemos, curitas no sabemos!!!!... :O

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