martes, 19 de febrero de 2013

LA DIETA DEL ASTRONAUTA

Cada vez que mis amigas me preguntan si hago dieta, se me abren los ojos con terror y les respondo con la verdad: "NO". Como hija de padres trujillanos y la quinta de siete hermanos, en casa siempre comíamos como batallón y a pesar de ser mujer tengo buen diente y soy de buen comer, la verdad que no sirvo para hacer dieta porque mi apetito puede más y las veces que me he visto obligada a hacer y seguir una dieta blanda ha sido temporalmente por motivo de alguna infección estomacal o similar. 

Siempre fui de contextura delgada y las veces que tuve sobrepeso fue por los embarazos. Cuando me casé pesaba cerca de 48 kilos, nunca tuve problemas con la comida, salvo algunos engreimientos a los que mi mamuska me tenía acostumbrada, como por ejemplo al comer pescado, los filetes tenían que estar limpios de la parte oscura o de lo contrario no lo comía. Pero al empezar a cuidarme para no salir embarazada, las pastillas anticonceptivas me pusieron "algo generosa" y mis medidas aumentaron ligeramente, lo cual no era nada alarmante pues así y todo se me veía delgada. 

En una ocasión en que trataba de ayudar a una compañera de trabajo a bajar de peso porque se acercaba la fecha de su boda, recordé que ordenando el escritorio de mi jefe, un ex-submarinista de la Marina en retiro, había un documento que decía "La Dieta del Astronauta". Según lo que leímos era la dieta que seguían los astronautas para bajar de peso rápidamente antes de alguna partida al espacio, dieta que también seguían los submarinistas para poder sumergirse a las profundidades del mar.

Sin ningún tipo de asesoramiento y con toda irresponsabilidad, decidimos que era la dieta ideal para que ella llegara a su boda tan liviana como una pluma. Yo no la necesitaba pero se veía tan buena y tratándose de comida, no me hice de rogar para hacer fuerza común con ella. El primer día tocó comer una chuleta de cerdo, yo me compré una gigante, y ensalada fresca. Al día siguiente fue atún y ensalada cocida. 

Cuando mi jefe regresó de su refrigerio notó que mi rostro estaba algo enrojecido. yo no le di importancia pero seguía sintiendo como si un ejército de hormigas corrieran los 100 metros planos por todo mi cuerpo. De pronto apareció un sarpullido en brazos y piernas que no me dejaba trabajar, fue entonces que mi jefe con su instinto paternal me envió a Emergencias, me aplicaron un antihistamínico y con mi descanso médico bajo el brazo me despacharon a mi casa tal cual encomienda. 

Pensé que ya todo estaba controlado, pero la tragedia vino después. Conforme avanzaban las horas y ya por la noche, me empecé a poner roja otra vez, sentía tanta presión en la piel que por un momento parecía que mis manos y pies explotarían, se me hincharon los párpados, los labios y parecía que habían pegado unas enormes hamburguesas crudas a mi cuerpo, pues las manchas ya eran en relieve. Como caserita que regresa por su yapa, una vez más terminé en Emergencia. Era casi media noche y las personas entraban y salían con los cuadros más espantosos de emergencia que hubiera imaginado. La verdad no se lo deseo a nadie.
Llegué con tan sólo un camisón y debajo mi infaltable bombacha sexy. Apenas entré al tópico y dije los síntomas al Doc de guardia me pidió que levantara mi camisón; "un poco más" me dijo y prácticamente lo tenía en el cuello. Me pidió que tome asiento y salió. Al cabo de un rato regresó pero con un batallón de 8 a 10 "Médicos Internistas" y mientras él les indicaba mis síntomas me pidió que levantara mi bendito camisón. Al ser atendida en Emergencia no me habían puesto ninguna bata que facilitara la revisión, lo cual me incomodó. Me sentí como una chica de Play Boy enseñando mi escultural anatomía mientras los Internistas contemplaban la obra de arte que la intoxicación severa había dibujado en cada centímetro de mi piel. 

El Doc salió dando la indicación de una dosis de "adrenalina" mediante una jeringa en mi brazo, era tan potente que tenían que hacerlo con pequeños toques cada 20 minutos y hacer lo que fuera para evitar que me quede dormida ya que podía afectar el ritmo cardíaco de mi hermoso corazón. Lo extraño fue de que los Internistas se ofrecieron en mancha a encargarse de mi caso, y luego de un "yam kem po" uno de ellos ganó. El se acercaba a cada instante para conversarme mientras yo me iba "drogando" lentamente. Sentía como si no tuviera dominio sobre mi cuerpo, jadeaba porque se me aceleraba el corazón y la voz me salía tan sensual como una chica de película triple X y lista para decir "arde papi".... 
                                                   
Pasé toda la madrugada en Emergencia y la verdad no recuerdo qué confesiones le hice al Internista que me estuvo controlando, ya que si bien no permitieron que me duerma, no estaba lo suficientemente consciente de lo que decía. El diagnóstico fue una intoxicación severa pero no se sabe si fue por el chancho, por el atún, por la mezcla de ambos o porque se le antojó a mi escultural anatomía ser exhibicionista y lucir una sexy bombacha de estreno... Definitivamente no sirvo para hacer dietas, hablar de comida para mi es cosa seria, pero algo si está muy claro... hay que ser un astronauta para seguir esa dieta!!!  :D

No hay comentarios:

Publicar un comentario