lunes, 11 de febrero de 2013

LA TRAVESURA DE UN VIEJITO MAÑOSON

Todo hombre cuando llega a la tierna etapa de la ancianidad es considerado un sobreviviente de la vida, un guerrero, un luchador, pero también un ser frágil, tierno y merecedor de toda nuestra atención. Con ese aspecto inofensivo y bonachón son la imagen ideal del abuelito chocho que da ganas de apapachar y refugiarse en sus brazos cuando algo no sale como esperábamos. Los viejitos se convierten en una enciclopedia viviente y no sólo están llenos de conocimientos y experiencias, sino que también, como buenos "zorros viejos", tienen maña y se las saben todas!!! 

No tengo la suerte de tener vivos a mis abuelitos, en realidad jamás los conocí porque mi abuelo materno, un apuesto trujillano, falleció cuando mi mamuska era niña; y mi abuelo paterno, un espigado americano, murió en el extranjero cuando yo no estaba pero ni en proyecto. Debo confesar que me hubiera encantado conocer a mis abuelitos, apapacharlos, que me engrían y engreírlos, será por eso que los viejitos son personas muy especiales para mi y merecedores de todo mi respeto, atención y consideración, aunque a veces me tope en el camino con "ciertas excepciones"....
La semana pasada iba caminando hacia el gimnasio y al estar a pocas cuadras de mi casa, tengo la costumbre de salir con la malla y body puestos, lista para ingresar al gym, guardar mi maletín en el locker y empezar contenta a entrenar para luego disfrutar de mis clases de baile. Llevaba una malla de color negro, fucsia y blanco que hacía juego con el body y hasta con los coletes de mis trenzitas, iba con prisa porque salí tarde y empezaba la única clase de ritmo negro que tengo a la semana. A pesar de ser casi las 5 de la tarde el calor era verdaderamente insoportable y hasta el aire que uno respira ya está caliente!!!

Al llegar a una esquina y viendo que cambiaría la luz del semáforo apresuré mi marcha y logré cruzar la pista, pero grande fue mi preocupación cuando ví a un viejito que venía caminando por la vereda y de pronto se apoyo de espaldas a la pared y puso una de sus manos al pecho, se veía sofocado, agitado y pensé que se desplomaría al suelo. Asustada corrí hacia él con mi tremenda maleta para poder auxiliarlo, apenas llegué sujeté su mano en el pecho y traté de tranquilizarlo, le pedí que respire suavemente para estabilizar su respiración ya que estaba muy agitado. La verdad que me asusté porque no sabía cómo actuar para dar los primeros auxilios en caso de que fuese un infarto.
Contemplaba tiernamente al viejito mientras trataba de tranquilizarlo, tenía sus cabellos, cejas y bigote tan blanquitos como motas de algodón, sus ojos eran de color verde otoño, estaba bien vestido, limpio, parecía vecino de la zona y por un momento pensé que moriría frente a mi. Volteé a pedir ayuda cuando de pronto el viejito puso su otra mano sobre la mía, me abrió sus tremendos ojazos y me dijo: "Ay hijita linda, gracias!!!, te ví venir y quise sentir el calor de tu mano sobre la mía".... 

Sí, no puedo negarlo, luego de escucharlo mi mente siniestra pensó en darle un zapatazo para que de verdad le de un infarto!!!... Me sentí tan tonta de haber caído redondita en la travesura del viejito mañosón y me dio tanto coraje que le solté inmediatamente la mano y le dije en voz alta a manera de reproche o reprimenda: "Viejo verde!!!, viejo mañosón!!!".... Los empleados de un restaurante cercano que habían salido para ayudar soltaron la carcajada, mientras yo me alejaba caminando requintando y diciéndole que la próxima vez, cuando sea un infarto de verdad, nadie lo ayudará!!!.... 
                                                  
Cuando llegué al gym y luego de disfrutar de mi clase de ritmo negro no pude evitar recordar lo sucedido y comentarlo con algunas amigas, no me quedaba otra que reírme de mi misma y de la picardía y travesura del viejito al que no le importó nada más que sentir mi mano sobre la suya. Pero es cierto, los viejitos a esa edad se vuelven mañosos, basta con cruzarse con ellos por la calle para escuchar sus piropos, algunos finos y elegantes, otros impropios y vulgares. Es inevitable sentir la escaneada de su mirada desde adelante, al costado y por atrás!!!... Pero algo si me quedó claro, la próxima vez que vea a un viejito pararse de cabeza, convulsionar o ahogarse en mi delante, no lo tocaré y buscaré la ayuda inmediata de un caballero, vamos a ver si a él le cogerá la mano!!!... Que lisura!!!... :D

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