viernes, 5 de septiembre de 2014

NUEVOS TRAMOS, NUEVOS PROBLEMAS... ¡NUESTRO VERDE TREN ELECTRICO!


Cuando entró en operación el servicio del Metro de Lima fue algo tan novedoso para la gran mayoría de peruanos que durante el periodo de prueba era de machos y valientes subir al tren eléctrico para utilizar alguna ruta por más pequeña que sea. En lo personal, fueron un sinfín de aventuras las que pasé desde la primera vez que ingresé a la Estación Cabitos del Metro para bajar en la Estación Angamos, un tramo corto, rápido pero bastante emocionante al ser mi primera vez en un tren eléctrico.

Recuerdo  que durante mi primera vez en el tren casi muero asfixiada, era verano y yo había salido  tarde de mi laburo y por tratar de llegar rápido a casa decidí subir al Metro en la estación Cabitos en Higuereta. El sol calcinaba las veredas y yo parecía un helado derretido, subí a la estación y la sombra del techo aligerado nos regalaba algo de fresquito a los usuarios. En breves minutos llegó el tren y oh maravilla!!... apenas se abrió la puerta delante de mí pude “levitar” sin necesidad de utilizar cuerdas, arnés o truco alguno ya que mis pies ni tocaron el piso, las personas se habían aglomerado tanto que la gran masa humana me obligó a ingresar al tren y la puerta se cerró… HORROR!!... me equivoqué de vagón y resulté en una cámara de gas!!!

La mezcla de olores, humores y sudores era tan impactante que por un momento sentí que perdía el conocimiento. Como ya no tenía opción de gritar “bajan!!”, cómo solemos hacer cuando ocurre esto en un autobús, casi saco mi pie para que al mismo estilo de Pedro Picapiedra hiciera avanzar más rápido el bendito tren eléctrico. Me sentía como esfera decorativa de discoteca, iba cambiando de colores mientras me ponía morada camino a gris por la falta de oxígeno, de pronto me salieron ojos a los costados y en la espalda ya que para terminar de decorar el pastel había que cuidar la cartera y también mi integridad física, de los mañosos!!!....

Fueron los 4 minutos más largos de mi vida y con gran emoción, aunque yo lo llamaría “desesperación”, veía que nos acercábamos al cruce de las avenidas Aviación con Angamos. Cuando al fin llegamos a la estación Angamos y la puerta se abrió, en un acto de ilusionismo salí levitando nuevamente entre la gran masa humana, pero esta vez fue a la velocidad del rayo!!!… los pasajeros estábamos tan apretujados que al entrar oxígeno al vagón salimos disparados hacia el exterior, es más, creo que fui una de las personas que salieron sobre los hombros y las cabezas de los demás pasajeros. Que espanto, nuca se les ocurra subir al tren eléctrico en verano y mucho menos en hora punta.

Pero las experiencias y anécdotas en mis viajes en tren eléctrico son infinitas. Hace unas semanas el Metro de Lima inauguró su nuevo tramo desde la Estación Grau hasta la Estación Bayóvar, 10 estaciones adicionales que representan la circulación y desplazamiento de no una masa humana… sino de un “mar humano” inagotable a toda hora. Como toda etapa de adaptación al nuevo tramo el Metro de Lima comunicó que por unos días el servicio hacia esas estaciones sería gratuito, lo que ocasionó que los usuarios se reproduzcan a la velocidad de la canchita tipo pop corn.

Ignorando el nuevo panorama que se vivía en cada una de las estaciones del Metro de Lima, decidí ir a Gamarra para hacer unas compras, siendo el tren eléctrico el medio de transporte más seguro para llegar allí. Al ingresar a la estación Angamos me sorprendió ver las interminables colas en los cajeros para recargar sus respectivas tarjetas de usuario, pero yo: “la precaución con zapatillas”, tenía la tarjeta con recarga suficiente para poder viajar en tren varias veces, así que ingresé tranquila y con ganas de la travesura de sacarle la lengua a todos los que refunfuñaban desde las extensas colas.

Cuando subí a la plataforma de acceso casi muero del susto, había tantas personas que ni siquiera podía ver la parte central de los rieles del tren. A lo lejos pude ver que se acercaba un tren, lo vi llegar a la estación, lo vi desplazarse y las personas acomodarse para abordar, y también lo vi pasando de largo y alejarse sin explicación, había tanta gente que no imaginaba qué hubiera pasado si el tren se detenía como debía, algo que si hizo el siguiente tren y vaya que fue una experiencia digna de alguna película de terror o de esas en que el mundo se acaba y el que subía al tren se podía salvar, poco me faltaba gritar: “primero las ancianas, las mujeres y los niños”!!! :D

Entre llaves de karate, pisotones, codazos y rodillazos pude ingresar al tren, empinada en los deditos gordos de mis pies y tratando de estirar mi cuello mirando al techo para respirar algo de oxígeno me decía a mí misma: “resiste, tan solo 3 estaciones más y ya estás en Gamarra”. Lo que no sabía era que en la estación Gamarra había otro mar humano esperando para abordar el tren con rumbo a las nuevas estaciones. Al abrirse la puerta pensé que estaba en pleno clásico en el estadio y entre las barras bravas!!!... no recuerdo cómo hice para salir del tren entre el mar humano que ingresaba como ganado atropellando a los demás. Luego, para salir de la estación Gamarra fue toda una odisea y demoré algo de 10 a 15 minutos, todo un caos.

Terminando mi fructífero shopping sabatino en Gamarra fui a la estación para mi regreso a casa. Unos guardias de seguridad acordonaban todos los ingresos, pensé que algo malo ocurría pero no, tan solo se trataba de poner orden entre los usuarios. Inocentemente pregunté por dónde ingresar, cuando me señalaron una cola tan pero tan larga que los usuarios tuvieron que acomodarse como un serpentín que iba y venía, calculo que había algo de 250 personas y seguían llegando más. Una vez ingresado y esperando el tren en la plataforma superior vi que llegaba el tren de la otra vía.

En la estación se podía escuchar las indicaciones de seguridad que daba una empleada del Metro de Lima con una armoniosa voz: “por su seguridad, manténgase detrás de la línea amarilla”, “no acercarse hasta que el tren se haya detenido”, “facilite la salida de pasajeros para que puedan abordar el tren”, entre otros.  Pero cuando el tren de la otra vía se detuvo, la empleada cambió el tono de voz y con desesperación dijo nuevas indicaciones: “Por favor mantengan la calma”, “señores usuarios permitan la salida de pasajeros”, “señores sin agredirse”, “seguridad, seguridad, emergencia, seguridad”, poco faltó que diga “auxilio, socorro”…. Nosotros desde la otra vía tan solo podíamos ver a través de las ventanas de ese tren que el tumulto de pasajeros forsejeaban, se empujaban y terminaron en una gran gresca con golpes incluidos.

Totalmente atónitos con el espectáculo que presenciamos,  cuando llegó el tren del lado de nuestra vía los usuarios nos miramos unos a otros y algo mágico sucedió, todos esperaron a que los pasajeros salgan para recién abordar el tren,  al menos algo bueno resultó luego de ver tan pintoresca escena. Yo mido 1.60 cm de estatura y casi siempre resulto asfixiada en los diversos eventos del Metro de Lima,  así que si tienes menos de esa estatura NI TE ATREVAS!!! Porque morirás en el intento… Moraleja: para las distancias cortas chapa tu combi y paga tu china, y si te demoras o llegas con retraso, piña!!!... al menos llegarás vivo… FELIZ VIAJE chuchuuuuuu… :D

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