Ese bendito calambre!!... aquel terrible dolor causado por la contracción involuntaria de un músculo, en algunas ocasiones puede ser de gravedad como para inmovilizarnos y dejarnos con la molestia por varios días. Un calambre suele aparecer después de un ejercicio intenso, por alguna alteración de la irrigación sanguínea, un esfuerzo prolongado, movimientos bruscos, por la pérdida de líquidos y sales minerales o simplemente por el frío. No hay quien se libre de sufrir un calambre sobre todo en las extremidades inferiores, llega en el momento más inoportuno y cuando te da... te da con todo!!!
Hace unos días, mientras hacia una pausa en mi rutina de ejercicios en el gym, sufrí un calambre en la pantorilla, el dolor fue tan fuerte que tuve que sentarme para poder estirar la pierna y contraer el pie con la mano, pero al moverme la contracción muscular se hizo más fuerte y no podía ni siquiera alcanzar mi pie. A mi costado había un chico que estaba levantando pesas y al darse cuenta de mi estado y ver mi cara al borde del llanto se acercó a ayudarme, mientras yo trataba de estirar mi pierna, él iba masajeando mi pantorrilla para tratar de relajar la contracción muscular. Nada de esto sería anecdótico si no fuese porque justo ese día la música que ambientaba la sala de máquinas era del tipo balada: música suave y romántica, nada aparente como para darle una masaje a una pierna ajena, en este caso la mía!!... El momento fue algo incómodo ya que con esa música tan relajante el masaje se iba convirtiendo en caricia y al chico le cambió la expresión de la cara, por lo que pedí ayuda a mi instructor que llegó a tiempo para auxiliarme.
Lo sucedido me hizo recordar algo que me pasó hace muchos años con un amigo y por culpa de un calambre inoportuno. Yo me encontraba en la clínica recién operada y la cirugía a los pies fue muy traumática como muchas otras, de pronto a media mañana llegó a visitarme un amigo, la verdad que el dolor post operatorio era muy intenso y lo que menos quería en ese momento era conversar, pero no podía ser descortés con la visita. Mientras conversábamos empecé a sentir adormecimiento en las piernas y al tratar de acomodarme me vino un "señor calambre" que casi me mata de dolor, la contractura era tan fuerte y dolorosa que no podía ni hablar ni respirar.
Es terrible tratar de hablar cuando uno sufre un espasmo de dolor tan asfixiante como un severo calambre y cuando al fin pude hacerlo, logré avisarle a mi amigo que tenía un calambre en la pierna, por lo que él atinó a masajearla y en ese preciso instante llegó mi esposo a visitarme. La escena era muy pintoresca y parecía sacada de alguna serie de comedia, ver la cara de sorpresa de mi esposo al entrar al cuarto de la clínica y encontrar a mi amigo masajeando la rodilla y muslo de su esposa, ver la cara de mi amigo con los ojos del tamaño de un plato y con las manos en mi pierna, y ver mi cara con miles de gestos por el agudo dolor que sentía, fueron segundos muy divertidos!!!. Confusión y nerviosismo se apoderaron de los dos y nadie atinaba a llamar a la enfermera de piso, yo me seguía partiendo de dolor y el momento cumbre de este episodio fue cuando al mismo estilo de programa de concurso, los dos trataron de coger el timbre que colgaba de la lámpara de luz sobre la cabecera de la cama. Ambos jalaron el cable y la bendita lámpara se salió de su base y fue a aterrizar directamente sobre mi cabeza, ya no era tan solo el dolor del calambre sino también el terrible chichón que me salió en la cabeza y parte de la frente por el golpe de la lámpara... pobre de mi!!!.
Pero considero que de todos los calambres más inoportunos el que sufrí el día de mi primer parto se lleva el premio. Era un 31 de diciembre y a mi primer hijo no se le ocurrió mejor fecha para venir al mundo, siendo madre primeriza todo era nuevo para mi y estaba muy asustada, sensible y confundida. Lamentablemente rompí fuente cuando aún no dilataba lo suficiente, así que tuvieron que ponerme una inyección para inducirme al parto y la espera... si que desespera!!!. Ya estaba en el cuarto de la clínica y empezaron a llegar familiares y amigos que entraban y salían todo el tiempo. Las contracciones iban y venían a su antojo, el dolor se hacía más intenso conforme avanzaban las horas y las visitas no cesaban, de pronto al tratar de acomodarme luego de una fuerte contracción me dio un calambre espantoso en una pierna, los espasmos de calambre son tan fuertes que quitan el aire!!!.
Con una mezcla de contracciones y calambres no estaba de ánimos para tanta visita, pero aún así, mi naturaleza divertida y alegre celebraba las bromas que me hacían para disipar los dolores y la tensión. Fue cuando una de mis hermanas se acercó a preguntarme cómo me sentía y me tocó la pierna que empezaba a engarrotarse con el calambre, el dolor que sentí fue tan fuerte que poco me faltó ladrar!!! :D Luego se acercó una amiga y puso su mano en mi pierna sin saber de mi calambre y casi le enseño mis colmillos. Mi esposo se acercó y sin notarlo se apoyó en mi pierna acalambrada en pleno y me puse verde, mi cabeza dio vueltas misma Linda Blair en la película El Exorcista y fue cuando pude gritar como Tazmania... "calambreeeee" y mi mamuska se acercó con la ternura y el amor que la caracteriza y me empezó a masajear la pierna.
Luego del parto mi doctor me dijo que si él hubiera entrado en el momento del calambre y yo lo echaba del cuarto... lo hubiera hecho y que yo daba a luz solita, claro está que lo decía en son de broma luego de tremenda batalla entre contracciones y calambres. Pero así son, silenciosos, traicioneros, dolorosos e inoportunos, los calambres vienen cuando menos uno los espera, muchas personas se ahogaron en el mar o en la piscina por culpa de un calambre que les impidió desenvolverse con normalidad. Mientras tanto habrá que estar atentos por si podemos ayudar a alguien que empiece a troncharse, hacer muecas o enmudecer de dolor de un momento a otro, es seguro que esté sufriendo de un calambre y el dolor sea tan fuerte que no pueda ni hablar. Por el ejercicio constante he aprendido a hacer estiramientos para relajar los músculos antes y después de cada entrenamiento, pero nunca se está libre de un calambre inoportuno... espero que para el próximo no me sorprenda con música romántica de fondo!!!... :D
Hace unos días, mientras hacia una pausa en mi rutina de ejercicios en el gym, sufrí un calambre en la pantorilla, el dolor fue tan fuerte que tuve que sentarme para poder estirar la pierna y contraer el pie con la mano, pero al moverme la contracción muscular se hizo más fuerte y no podía ni siquiera alcanzar mi pie. A mi costado había un chico que estaba levantando pesas y al darse cuenta de mi estado y ver mi cara al borde del llanto se acercó a ayudarme, mientras yo trataba de estirar mi pierna, él iba masajeando mi pantorrilla para tratar de relajar la contracción muscular. Nada de esto sería anecdótico si no fuese porque justo ese día la música que ambientaba la sala de máquinas era del tipo balada: música suave y romántica, nada aparente como para darle una masaje a una pierna ajena, en este caso la mía!!... El momento fue algo incómodo ya que con esa música tan relajante el masaje se iba convirtiendo en caricia y al chico le cambió la expresión de la cara, por lo que pedí ayuda a mi instructor que llegó a tiempo para auxiliarme.
Lo sucedido me hizo recordar algo que me pasó hace muchos años con un amigo y por culpa de un calambre inoportuno. Yo me encontraba en la clínica recién operada y la cirugía a los pies fue muy traumática como muchas otras, de pronto a media mañana llegó a visitarme un amigo, la verdad que el dolor post operatorio era muy intenso y lo que menos quería en ese momento era conversar, pero no podía ser descortés con la visita. Mientras conversábamos empecé a sentir adormecimiento en las piernas y al tratar de acomodarme me vino un "señor calambre" que casi me mata de dolor, la contractura era tan fuerte y dolorosa que no podía ni hablar ni respirar.
Es terrible tratar de hablar cuando uno sufre un espasmo de dolor tan asfixiante como un severo calambre y cuando al fin pude hacerlo, logré avisarle a mi amigo que tenía un calambre en la pierna, por lo que él atinó a masajearla y en ese preciso instante llegó mi esposo a visitarme. La escena era muy pintoresca y parecía sacada de alguna serie de comedia, ver la cara de sorpresa de mi esposo al entrar al cuarto de la clínica y encontrar a mi amigo masajeando la rodilla y muslo de su esposa, ver la cara de mi amigo con los ojos del tamaño de un plato y con las manos en mi pierna, y ver mi cara con miles de gestos por el agudo dolor que sentía, fueron segundos muy divertidos!!!. Confusión y nerviosismo se apoderaron de los dos y nadie atinaba a llamar a la enfermera de piso, yo me seguía partiendo de dolor y el momento cumbre de este episodio fue cuando al mismo estilo de programa de concurso, los dos trataron de coger el timbre que colgaba de la lámpara de luz sobre la cabecera de la cama. Ambos jalaron el cable y la bendita lámpara se salió de su base y fue a aterrizar directamente sobre mi cabeza, ya no era tan solo el dolor del calambre sino también el terrible chichón que me salió en la cabeza y parte de la frente por el golpe de la lámpara... pobre de mi!!!.
Pero considero que de todos los calambres más inoportunos el que sufrí el día de mi primer parto se lleva el premio. Era un 31 de diciembre y a mi primer hijo no se le ocurrió mejor fecha para venir al mundo, siendo madre primeriza todo era nuevo para mi y estaba muy asustada, sensible y confundida. Lamentablemente rompí fuente cuando aún no dilataba lo suficiente, así que tuvieron que ponerme una inyección para inducirme al parto y la espera... si que desespera!!!. Ya estaba en el cuarto de la clínica y empezaron a llegar familiares y amigos que entraban y salían todo el tiempo. Las contracciones iban y venían a su antojo, el dolor se hacía más intenso conforme avanzaban las horas y las visitas no cesaban, de pronto al tratar de acomodarme luego de una fuerte contracción me dio un calambre espantoso en una pierna, los espasmos de calambre son tan fuertes que quitan el aire!!!.
Con una mezcla de contracciones y calambres no estaba de ánimos para tanta visita, pero aún así, mi naturaleza divertida y alegre celebraba las bromas que me hacían para disipar los dolores y la tensión. Fue cuando una de mis hermanas se acercó a preguntarme cómo me sentía y me tocó la pierna que empezaba a engarrotarse con el calambre, el dolor que sentí fue tan fuerte que poco me faltó ladrar!!! :D Luego se acercó una amiga y puso su mano en mi pierna sin saber de mi calambre y casi le enseño mis colmillos. Mi esposo se acercó y sin notarlo se apoyó en mi pierna acalambrada en pleno y me puse verde, mi cabeza dio vueltas misma Linda Blair en la película El Exorcista y fue cuando pude gritar como Tazmania... "calambreeeee" y mi mamuska se acercó con la ternura y el amor que la caracteriza y me empezó a masajear la pierna.
Luego del parto mi doctor me dijo que si él hubiera entrado en el momento del calambre y yo lo echaba del cuarto... lo hubiera hecho y que yo daba a luz solita, claro está que lo decía en son de broma luego de tremenda batalla entre contracciones y calambres. Pero así son, silenciosos, traicioneros, dolorosos e inoportunos, los calambres vienen cuando menos uno los espera, muchas personas se ahogaron en el mar o en la piscina por culpa de un calambre que les impidió desenvolverse con normalidad. Mientras tanto habrá que estar atentos por si podemos ayudar a alguien que empiece a troncharse, hacer muecas o enmudecer de dolor de un momento a otro, es seguro que esté sufriendo de un calambre y el dolor sea tan fuerte que no pueda ni hablar. Por el ejercicio constante he aprendido a hacer estiramientos para relajar los músculos antes y después de cada entrenamiento, pero nunca se está libre de un calambre inoportuno... espero que para el próximo no me sorprenda con música romántica de fondo!!!... :D
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