Siempre he visto en películas el drama que representa la enfermedad de un ser querido incluyendo en esto a la mascota de la casa, pues con el tiempo llega a ser parte de una familia. Me considero una persona bastante sensible y parte de mi naturaleza inevitable es que mis ojos se humedezcan y un tremendo nudo en la garganta me corte el aliento cuando vivo la película de principio a fin, pero es muy triste cuando sabes que ahora no se trata de una película sino de la vida real.
Las personas que me conocen de toda la vida saben que siempre tuve gatos cuando era soltera, si de mascotas se trata los considero más limpios!!! =D y saben también que jamás me gustaron los perrunos, aquellos amiguchitos de 4 patas, olor peculiar y que con sus ladridos y colmillos amenazantes siempre me atemorizaron desde pequeña. Recuerdo que en casa de mi mejor amiga de colegio siempre habían no solo uno sino por lo menos 3 ó 4 perrunos, y era para mi un suplicio cuando llegaba a visitarla y salían las 12 ó 16 patitas presurosas a recibirme moviendo las colitas como hélices de avión...
Los años pasaron y en el interín nunca faltó aquel amigo o amiga que ofrecía alguno de sus cachorritos nietos recién nacidos, pero aquel tipo de regalo no me llamaba la atención. Un día vino a casa una vieja amiga que me ofrecía uno de sus cachorros nietos de su hijo perruno siberiano, en ese momento mis dos pequeños hijos se emocionaron con la idea y se trepaban encima mío pidiendo que lo acepte... a lo que rotundamente dije ¡"NO"!, creo haber contado la historia en una de mis crónicas cuando Noggyto se perdió por segunda vez (ver crónica en http://vickymayo.blogspot.pe/2013/09/en-busca-de-mi-noggy-perdido.html
Para los que no saben la historia, al cabo de 1 ó 2 semanas del ofrecimiento del nieto perruno, un domingo mis hijos aún muy pequeños se levantaron temprano, muy a su manera arreglaron su cuarto, con la complicidad de su papá me sorprendieron con el desayuno ya listo, y recuerdo que ese día salimos a pasear y de compras al Jockey Plaza, disfrutamos de un delicioso almuerzo, pasamos por una tienda de mascotas donde divertidamente veíamos tras el vidrio como bañaban y secaban a un perruno saliendo del spa. Llegó la hora del lonchecito y con él vino la importante revelación de las vocesitas de mis dos hermosos hijos.... "¿Mamá recuerdas el cachorrito que nos ofrecieron?".... "Por favor di que si, di que si, di que siiiiii..." =D
Ver dos tiernas caritas con los ojitos brillando, con la sonrisa traviesa de dientecitos pequeños y uno de ellos con ventanita porque se le había caído un diente de leche... ¿cómo resistirse a tremendo encanto y decirles que no?.... Esa misma tarde fuimos a recoger al nuevo integrante de la familia, un bello cachorrito siberiano de 2 meses, parecía un peluche a pilas!!! =D y la carita de felicidad de mis hijos jamás se borrará de mi mente, Era mi primer perruno en toda mi vida, y es increíble como el hecho de ser madre te cambia cualquier perspectiva y desde entonces tuve que acostumbrarme al olor a guau guau en casa.
El tiempo ha pasado, y como todo cambio propio de la vida uno se va haciendo grande, no de tamaño sino de edad, al igual que las personas envejecen también lo hacen los perrunos y en el caso de ellos es más rápido pues cada año perruno equivale a 7 años de un ser humano, Noggyto el próximo 13 de junio cumplirá justo 13 años, es decir el equivalente de 91 años de una persona y los estragos en su salud son cada vez más notorios e intensos.
Cuando era pequeño y hasta hace un año Noggyto siempre acataba mi orden, respetaba y obedecía lo que le decía de acuerdo al tono de mi voz, si lo regañaba agachaba su cabeza y trataba de contentarme, si le decía algún cariño se ponía insoportable, parecía caballito de paso moviendo sus patitas y con su hociquito buscaba mi mano para una caricia. Cuando ladraba mucho bastaba que le diga "cállese, qué pasa" y se callaba, hoy Noggyto ya no reconoce mi voz, ya no diferencia un regaño de un cariño, también va perdiendo la vista y el olfato. Cuando había que hacerle alguna curación en casa o cambiarle la placa de su collar, yo podía cogerlo sin que me gruña o muerda, ahora gruñe y me atemorizan sus tremendos colmillos de lobo. El sufre de una displaxia de cadera congénita que se le acrecentó con un accidente cuando cruzó la pista y lo atropelló una camioneta, y luego en sus dos episodios cuando se perdió, ahora le cuesta trabajo pararse luego de sus siestas, cojea, se le dobla la patita. Como si fuera un adulto mayor ya no controla sus necesidades, ya no levanta la patita para marcar su territorio, anda inapetente, no come mucho, ha dejado de lado sus juguetes preferidos y ahora le ha agarrado camote a un cerebro de hule que tiene brazos y piernas, es de propaganda médica y lo tenía guardado desde hace muchos años pero cayó en sus manos hace poco y no lo suelta por nada... =D
Se que Noggyto tarde o temprano se irá para siempre de nuestras vidas, aún no sé si llegará a cumplir sus 13 añitos, pero hoy sentí algo diferente cuando lo escuché quejarse, fui a verlo y su mirada estaba más triste que nunca, no me gusta acariciar a los perrunos pero mi hijo perruno siempre fue la excepción y a pesar de lo uraño que está ahorita se dejó acariciar, en ese momento recordé todo lo pasado y vivido con él, las veces inagotables en que salía con mis hijos caminando por las calles buscándolo desesperadamente cuando se perdió. Es sábado de mañana, estamos solos en casa y es un momento entre mi hijo perruno y yo, está dormitando pero también está llorando muy bajito, como si algo le doliera aparte del alma, y es que ahora que mis hijos ya son jóvenes Noggyto se queda solo, y Miguel y yo por el trabajo son muy pocas las veces que tenemos tiempo y paciencia para él. Su papá se encarga de sacarlo y de limpiar todo el desastre que hace en nuestra ausencia, duro trabajo que lo espera luego de cada jornada de laburo.
Una mezcla de sentimientos me invaden en este momento, un sábado solitario, callado, algo frío, con cielo gris y una melancolía que se respira en el ambiente. Es muy difícil tomar decisiones sobre mantener con vida a alguien que ya no tiene calidad de vida, algo así como cuando un ser querido está conectado a un tanque de oxígeno y se le quiere alargar los días. Noggyto no puede hablar, no puede decir qué es lo que siente o qué es lo que le duele, me da mucha pena verlo así, como derrotado y es que seguro se siente cansado. Hace poco le dije a mi tribu que sería prudente pensar en quizás ayudarlo a descansar, que no sufra, que sea como quedarse dormido para siempre, pero mis hijos saltaron y me dijeron que si a mi me gustaría que cuando sea grande me hicieran eso.... no fue una buena comparación ya que no tengo 4 patitas.... pero consideré lo que sentían mis hijos y no volví a mencionarlo. Hace un instante Noggyto se quedó dormido de cansancio, ladra fuerte y constante, sin motivo y nada lo calma o lo reconforta, ya se queda sin fuerzas, así pasan sus días y cuando no estamos en casa es todo el vecindario el que convive con sus ladridos que no son nada agradables.... No creo que pensar en ayudarlo a descansar me haga una mala persona o sea egoísmo, si bien es cierto que nunca me gustaron los perrunos y que detesto el olor a guau guau en casa, con Noggyto todos estos años han sido una hermosa excepción, le dio capítulos muy interesantes a la historia de nuestras vidas como Tribu y siento que estoy siendo testigo de los últimos días de mi Noggyto.... Sé que cuando él se vaya a descansar al cielo de los perrunos ya no veré esas caritas sonrientes y sin dientes que me pedían a gritos... "Mami di que si, di que si, di que siiiiii".... =(