Cada día al despertar lo primero que suelo hacer es dar gracias a Dios por la bendición de un nuevo día con vida y salud. Cada día es una lucha constante contra el mal tiempo, alguna preocupación, el malhumor de las personas o un episodio triste que nos toca vivir, la mayoría de veces sin siquiera propiciarlo. Cada día recargo energías llenándome de muchísima ilusión por ver mis sueños cumplidos, me alimento de optimismo y deseos de hacer las cosas cada día mejor, disfruto y me enorgullezco de ver a mis hijos dando pasos de gigante en sus metas y proyectos. Cada día desarmo mi closet buscando qué ponerme pues en eso las mujeres somos especialistas!... y con coraje corajudo, luego de terminar de alistarme, salgo tal cual rayo veloz camino hacia mi laburo como todos los días pidiéndole a Dios que me permita regresar con bien a casa... sin imaginar las sorpesas que el bendito señor destino nos puede preparar...
Era un viernes 30 de enero, un día como hoy del rico verano, aquella mañana me levanté tarde y no me dio tiempo para preparar algo de refrigerio, así que luego del desayuno de rigor salí rumbo a mi laburo con los ánimos a full pues tocaba cierre de mes. Como todos los días mi mañana transcurrió con normalidad y llegó el esperado refrigerio de medio día, los compañeros de laburo salían en búsqueda de un rico almuerzo, pero yo aproveché de un aventón en el auto para ir a Saga pues era último día para pagar una cuota de consumo. El tiempo me pareció perfecto pues realicé el pago en un click clack! y ya de regreso subí a una combi que me dejaría muy cerca a mi laburo. Siendo hora de almuerzo y pasando tan cerca de casa por un momento pensé en hacer una parada y poder prepararme algo ligero para comer, pero luego dudé con respecto al tiempo disponible y me pasé de largo hacia mi laburo, después de todo por allí también encontraría donde poder refrigerar algo. Durante la tarde todo iba muy bien, estaba muy contenta pues mi cierre de mes tuvo los resultados que esperaba y solo pensaba en que llegue la hora de salida y tal cual Pedro Picapiedra salir volando de la cantera gritando Yabadabadu!! para disfrutar de un rico fin de semana....
De camino a casa no paraba de contemplar la belleza del sunset, atravesaba un momento muy triste y delicado en mi vida, y recuerdo que trataba de volar hacia la playa para poder ver el sunset hasta el final, pero siendo viernes, fin de mes y en plena hora punta eso sería imposible, ni en mi escóbula turbopoder podría llegar. Cuando llegue a casa puse la llave cerca a la puerta y ésta se abrió solita, me pareció raro que alguien deje la puerta mal cerrada, terminé de abrirla y vi algo tirado en el piso, era el tambor y caja completa de la chapa eléctrica, aún no entendía lo que pasaba. Avancé hacia la puerta de casa y ví que la cortina sobresalía en el borde, como cuando dejamos la puerta atracada con la cortina para que no se cierre del todo, pero jamás imaginé lo que realmente estaba pasando. Empuje la puerta y ví algo que nunca antes imaginé ver, el interior de la casa parecía haber sido atacada por una bomba! Recuerdo que al no ver el televisor grande en la sala me sentí muy confundida, pero al ver ropa tirada por el piso, las puertas de los dormitorios reventadas y el marco de la puerta de casa estaba roto y parte de la puerta apoyada sobre un mueble, sentí como agujitas por todo el cuerpo y me quedé paralizada sin poder moverme. Por cosas del destino justo venía conversando por teléfono con mi mejor amigo, quien en cierto modo también entró a casa conmigo pues yo le comentaba lo extraño que iba ocurriendo, cuando le dije "pucha nos robaron la casa", él me dijo "sal inmediatamente de la casa, pueden seguir allí".... y así lo hice, salí disparada hacia la calle.
En media pista, sola, aturdida, confundida, asustada y desorientada mi mejor amigo me guapeó y dijo que apenas colgara llame a mi tribu y a la policía. Colgué y mi mente se puso en blanco, mis manos temblaban tanto que no podía ni abrir el directorio para llamar a mi esposo, quien para variar, no contestaba el teléfono! Traté de llamar a Serenazgo, cuyo número sabía de memoria pero en ese momento tenía una ensalada de números en la cabeza, no había nadie a mi alrededor y no se me ocurrió acudir al vecino en busca de ayuda. Justo entró un mensaje de whatsaap de un grupo de amigas y les pedí el número de Serenazgo avisándoles que nos habían vaciado la casa. Después de varios intentos mi esposo contestó y con mucha serenidad recibió la noticia, bien dicen que los hombres son más fríos, porque lo que es yo, estaba al borde del desmayo! =( Al fin pude comunicarme con Serenazgo y a los 20 minutos llegaron a casa, ya algunos vecinos se percataron de lo sucedido y no faltaban los curiosos que por no perder la primicia se quedaban husmeando alrededor. Yo seguía hecha una gelatina viviente y mi cuerpo no paraba de temblar, se hizo de noche y aún seguía sola; policías y serenazgo iban y venían, hacían miles de preguntas una y otra vez, tuve que entrar varias veces con cada policía que llegaba y conforme avanzaban las horas yo me congelaba, la presión se me había ido al suelo y no tenía nadie que me apoye en ese momento, de todos los policías y serenos solo me quedé con un policía y un serenazgo hasta que alguien llegara para poder ir luego a la Comisaría a poner la denuncia y demás trámites. Como a las 2 horas y media llegó mi esposo y fue muy desagradable acudir a la comisaria por tan lamentable hecho. Aún faltaba el momento más difícil, mis hijos no sabían nada de lo sucedido y llegar a casa para encontrarse con tremenda sorpresa no iba a ser nada fácil.
Aquella noche tuvimos que dormir, o mejor dicho tratar de dormir, con la puerta de calle junta con una silla detrás, y con la puerta de casa cerrada por un mueble. Una camioneta de serenazgo con un policía se quedó durante la noche en la puerta de casa pues por la hora era imposible hacer que alguien la repare o cambie. Todo estaba tirado por todos lados, no solo se llevaron artefactos, ropa, zapatos y cosas de valor, sino que en su búsqueda destrozaron hasta los cuadros, según la policía porque piensan que las personas guardan dinero detrás de cuadros o muebles o que se yo... cuando en realidad con los tiempos tan difíciles que se viven no hay ni tiempo ni dinero para guardar!!
Después nos enteramos de que el robo pudo haberse concretado cerca del medio día, ya que una vecina de regreso de hacer compras encontró a nuestra mascota parado en la calle ladrando hacia la puerta, a ella le pareció extraño ya que al ser un perro viejo no suele estar solo en la calle, tocó el timbre varias veces pero al no responder nadie siguió su camino. Coincidentemente otra vecina dijo que al sentir que nuestro engreído ladraba incansablemente se asomó a la ventana y vio que alguien abrió la puerta y lo dejó entrar, es decir los ladrones estaban aún en el interior de la casa. Al enterarme de eso no hice otra cosa que pensar en qué hubiera pasado si al medio día en que yo dudé en ir a casa para prepararme algo ligero de comer, hubiera llegado justo a la hora en que los amigos de lo ajeno estaban de shopping en mi chozita...que miedo!
Ha pasado un año de esa terrible experiencia y aún siento algo difícil de explicar cada vez que regreso a casa. Definitivamente es imposible recuperar las cosas que nos arrebataron, aún no entiendo el por qué destruir lo que no se llegaron a llevar, pero solo le pido a Dios que nos proteja siempre de todo mal, lo material es solo material, algo que cuesta trabajo y aunque tome su tiempo en algún momento se podrá recuperar... A un año del robo del siglo solo puedo agregar... Dios líbranos de todo mal, Amén!